Mis queridas mujeres,
Venimos de una época de descanso para algunas, mientras que
para otras de gran actividad, el sol ha iluminado nuestra tierra la cual nos ha
regalado buenos frutos y nuevas visiones, así que al igual que hemos estado
descansando o trabajando, para todas ha
sido una época de cosecha. Creo que el verano es un momento para celebrar los
frutos recogidos, también para reflexionar que clase de cosecha estamos
haciendo ¿Qué hemos sembrado en pasado? Considero que es una reflexión muy útil
porque nos permite ser protagonistas de nuestra vida, mujeres activas y no
victimas de los eventos terrenales. ¿De que manera atraigo ciertas situaciones
en mi vida? Es una buena pregunta que nos invita a cambiar si es el caso,
formas de pensamiento y actitudes.
Pienso que en todo caso hay que valorar la “cosecha” porque si creemos
de haber recogido frutos amargos esos mismos nos pueden dar una pista para
mejorar, nos ayudan a darnos cuenta cual ha sido la origen de esa amargura. Hay
que de decir que hay acontecimientos de la existencia relacionados a la polaridad
vida-muerte-vida que no podemos controlar, pero si podemos aprender a gestionar
las emociones que aparecen cuando nos encontramos a vivir una situación de
fuerte cambio, sin culpabilizar a Dios o a la vida…todo cambia…Esa es una época
de gran agradecimiento y de compartida, un punto final, un cierre de ciclo que
nos abre a una nueva siembra (la del otoño) ósea un nuevo comienzo. La
naturaleza nos prepara el terreno para que podamos volver a sembrar nuevos propósitos.Como
mujeres creo que tenemos que recordar nuestra tarea aquí en la tierra, para que
nuestros propósitos sean siempre un servicio a la humanidad y no solamente un
beneficio personal ¿Cómo podemos hacerlo? Por ejemplo sembrando paz. Paz en las
relaciones de nuestro entorno, haciendo de mediadoras, con sinceridad sin
alimentar las “malas lenguas”, sin crear “partidos” políticos, ideológicos y
religiosos que luchan entre ellos para ejercer su poder egoico (existe el ego espiritual, muy peligroso!) sobre los otros. Paz en
nuestra mente, respirando y observando que tipo de pensamientos circulan en
nosotras, de consecuencia Paz en nuestras emociones, evitando de tomar las
cosas personalmente, abriéndonos a la compresión y compasión. Sembrando Luz: ósea
conciencia, entendimiento. Tener claridad de cual es nuestra forma de vivir, si
es coherente con el cambio planetario. Saber de que parte estamos: ¿estoy
actuando libremente en sintonía con la madre tierra o me dejo manipular por
unos pocos que quieren hacerme esclava del mercado? ¿Soy fiel a mi alma o me
dejo dirigir por lo que “debería” ser según los mandados familiares-sociales?
Sembrando Amor: reconozco mis propias cualidades y talentos, no necesito
compararme con otras personas, escucho mi voz interior que siempre me habla con
cariño aunque me ayuda a ver donde me
estoy equivocando. Amo mi cuerpo de mujer, aprendo de mi cuerpo y de sus
ciclos, comunico con mi útero escuchando sus necesidades. Amo no solamente mi
lado masculino: acción, dinamismo, voluntad, fuerza solar…amo también mi lado femenino:
escucha, acogida, dulzura, sensualidad de las aguas…Amo todo lo que me permite
evolucionar, amo todo lo que me hace ver donde suelo caer, confundirme,
transigir. Amo todos los seres, la gran hermandad que puebla la tierra y el universo.
Y “dulcis in fundo” como mujeres recordemos sembrar alegría, la alegría es gozo
de vivir, es aprender también jugando…es cantar y danzar aunque parezca que
todo se está derrumbando! Quien canta el mal espanta!
Muchas bendiciones… ¿Y tu que vas a sembrar? Dejalo escrito en tu comentario!
Sofia