La “danza del vientre”, las cuales orígenes sagradas son menos famosas de su actual utilizo como
espectáculo sensual y provocador, es terapéutica cuando es trasmitida
como meditación en movimiento gracias a sus pasos asociados y simétricos
junto a vibraciones, ondulaciones, a las técnicas de respiración, al enraizar
los pies a la tierra, a la apertura de los brazos hacia las energías del cielo,
a los juegos de improvisación y a la experiencia con el grupo.
Como afirma la escritora
Casilda Rodrigañez “detrás de la famosa ‘danza del vientre’ está, aunque nos la
hayan ocultado, la danza del útero. Quizá no lo hayan relacionado con el parto,
pero en zonas remotas de Arabia Saudí, la mujer que está de parto se ve rodeada
de mujeres que bailan la danza del vientre ‘hipnotizándola con sus movimientos
rítmicos ondulantes para que ella también se mueva a favor del cuerpo en lugar
de moverse contra el’”.
La danza del vientre tiene
un origen muy antiguo, sus movimientos recuerdan a los de los astros, círculos
alrededor de un eje central, movimientos que imitan la procreación y el parto,
actos mágicos y sagrados. Por eso, esa danza pertenece a las mujeres del mundo
porque trabaja con todo el cuerpo de la mujer pero en especial con nuestras
caderas, nuestros úteros y suelos pélvicos, nuestras partes más sagradas que
permiten que la vida siga su curso. Gracias a esa danza femenina volvemos a
reconciliarnos con nuestro vientre honrando a la Mujer, como Diosa que se
manifiesta aquí en la tierra. Entonces además de ser una danza ancestral es muy
actual porque nos ayuda a integrar el cuerpo femenino en nuestras vidas atareadas.
Considero, como psicóloga
clínica, la Danza del Vientre Consciente una terapia corporal, porque a través de juegos o ejercicios nos
podemos dar cuentas de nuestros bloqueos mentales y/o emocionales, que muchas
veces tienen orígenes en nuestra infancia. La nuestra es una “existencia
encarnada”, eso significa que es muy importante conocer nuestro cuerpo y saber
que la vivencia corporal está muy ligada a la mental. Cuando activamos y
soltamos el cuerpo respirando y sintiéndolo verdaderamente, podemos calmar la
mente y ayudarla a producir nuevos pensamientos, más armónicos y sanos.
La verdad me siento muy
afortunada de compartir mi experiencia y conocimiento con las mujeres, todas
muy diferentes, pero cercanas al mismo tiempo. Amo este trabajo porque me llena
de alegría y fuerza ¿será la gran cantidad de oxitocina, hormona del amor, que
liberamos al estar juntas? Cada día es un gran aprendizaje humano y
profesional, porque cada sesión es diferente y muchas veces depende de los
humores del momento y de la energía del grupo. Siento un amor espontaneo por cada
una de las participantes, me gusta ver como disfrutan danzando, me hace feliz
observar cómo van liberando sus cuerpos y como se quieren cada vez más.
Realmente, para mí, es un círculo de amigas donde mi papel es acompañar el
grupo y cuando es necesario algún proceso individual estoy feliz de poder ayudar. Me encanta permitir que
cada una florezca con su belleza más natural. En definitiva cada una somos el
reflejo de la otra, incluso se puede manifestar la sombra…la cual invitamos a
danzar también.
Para mí es una práctica
simple pero profunda al mismo tiempo, es una invitación a querernos tal como
somos y a expresarnos con más libertad. Es una oportunidad para volver a
“poseer” nuestro cuerpo de mujer que hoy en día está dominado por médicos,
ginecólogos, televisión, moda etc
Tengo una invitación para
todas nosotras:
¡Dancemos en círculo de
mujeres para volver a gozar de nuestro cuerpo sagrado y darnos a la Luz a
nosotras mismas como mujeres nuevas, alegres y amorosas!
Sofia Cricchio, psicologa
clínica con orientación holística, maestra certificada de danza del vientre
según el método sarabi, consteladora familiar, actualmente especializándose en
psicoterapia gestalt
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